Y quince años después... se celebra un debate entre los dos candidatos a la presidencia del gobierno de España, ahí es nada. ¡Qué emoción! He salido de clase, he dejado a Souad en su casa y he seguido hacia el metro escuchando a Àngels, Bono y Zaplana en la radio, cuando Àngels ha interrumpido la charla con los dos ex aspirantes a presidentes de dos comunidades fundamentales para los dos partidos mayoritarios para indicar que el coche de Rajo estaba llegando a Ifema, lugar de celebración del debate. A las puertas del edificio esperaba Manuel Campo Vidal, moderador del debate, imagino que en un guiño a la historia, -aquél primer debate, el único hasta la fecha en democracia, entre un Felipe González cargado de soberbia y un Jose María Aznar que ya apuntaba maneras, también lo moderó él-. Pues que me he puesto a correr para llegar rápido y no perderme detalle. Y aquí estoy, esperando a Matteo que tiene la amabilidad de venir a verlo conmigo, porque sola no es lo mismo. [Para los colegas: ¡el sábado me mudo!]
Y el caso es que yo ya he votado, el pasado jueves y, además, fui la primera para la funcionaria de correos que me atendió. Y con mucha rabia, he de decir. Con rabia porque mi voto no es libre: mi voto está condicionado y no será libre hasta que en este país los políticos, y los partidos por extensión, no actúen con la decencia y las buenas maneras que se les presupone, hasta que el partido en la oposición no haga una oposición digna y deje gobernar al partido en el gobierno, y hasta que los curas no sermoneen más que en la iglesia que es donde tienen que expresarse, y no en la calle.
