Iluminación navideña, Barcelona
Pero, claro, las tiendas hacen gran parte de su negocio anual en estas fechas y, por alguna razón extraña, las lucecitas nos incitan a comprar. De repente estamos como de mejor humor y parece que nos han remendado los bolsillos, la butxaca. Vaya, que durante un mes somos los más manirrotos y los mejorhumorados. Un mes sólo, ¿eh? que en enero entre la cuesta y la resaca no hay quien nos aguante.
Y, digo yo, que será hora de replantearse “las fiestas”, empezando por una misma, que me aplico el cuento. Vamos a no derrochar comprando innumerables regalos: recicla, simplemente regala algo que ya no quieras y sepas que esa otra persona va a aprovechar; crea, seguro que valoran mucho más algo que hayas hecho tú mismo, sea lo que sea. Recauda ese dinero y entrégalo a causas mejores. Limita las luces navideñas de tu árbol de navidad, que sé que ya lo has puesto… No te atraques con el turrón, el cordero y el marisco, ¡y no tires la comida! Aplica la regla de la paella, si sois cinco, pide para cuatro. Y, sobre todo, si en algún momento te entra el espíritu navideño, que no se quede ahí, extiéndelo al resto del año, reparte besos o abrazos todos los días y, como no, sé solidario.
Caganers... Fira de Santa Llúcia